sábado, 29 de octubre de 2016

¿Por qué Meditar? (I)


Mírate honestamente. ¿Dónde estás en tu vida? ¿A dónde han llegado tus prioridades hasta ahora y qué intentas hacer con el tiempo que te queda? Somos una mezcla de luz y sombra, de buenas cualidades y defectos. ¿Ya somos lo mejor que podemos ser? Si no es así, ¿Qué podemos hacer para mejorar? Estas son preguntas que vale la pena preguntar, particularmente si hemos llegado a la conclusión de que el cambio es algo deseable y posible.
En nuestro mundo moderno, estamos consumidos todo el día con actividades sin fin. No tenemos mucho tiempo o energía restante para considerar las causas básicas de nuestra felicidad o sufrimiento. Imaginamos, más o menos conscientemente, que si realizamos más actividades tendremos experiencias más intensas y por lo tanto nuestro sentido de insatisfacción desaparecerá. Sin embargo, la verdad es que muchos nosotros continuamos sintiéndonos desilusionados y frustrados debido a nuestro estilo de vida contemporáneo.

El objetivo de la meditación es transformar la mente. No tiene que estar particularmente asociado a ninguna religión en particular. Cada uno de nosotros tiene una mente y cada uno de nosotros puede trabajar en ella.
¿Es posible el cambio?
La pregunta real no es si el cambio es deseable; es si éste es posible. Algunas personas pueden pensar que ellos no pueden cambiar porque sus emociones negativas están tan íntimamente asociadas con su mente que se les hace imposible deshacerse de ellas sin destruir una parte de sí mismos.
Es verdad que el carácter de una persona no cambia mucho en general a través del curso de la vida. Si pudiéramos estudiar al mismo grupo  de gente por unos años, raramente encontraríamos que la gente molesta se ha vuelto paciente, que la gente perturbada ha encontrado paz interior, o que la gente pretenciosa ha aprendido humildad. Sin embargo, aunque pueden parecer raros, algunas personas sí cambian, lo que muestra que este cambio es posible. El punto es que nuestros rasgos negativos de carácter tienden a persistir si no hacemos nada que cambie esa situación. El cambio no ocurre si solo dejamos que nuestras tendencias habituales y patrones automáticos de pensamiento se mantengan e incluso se refuercen a sí mismos, pensamiento tras pensamiento, día a día, año tras año. Esos patrones y tendencias pueden ser desafiados.
La agresión, la codicia, los celos y otros venenos mentales son incuestionablemente parte de nosotros, ¿pero son una parte intrínseca, inseparable? No necesariamente. Por ejemplo, un vaso de agua puede contener algo de veneno que nos mataría inmediatamente, pero la misma agua podría estar mezclada con medicina. En ambos casos, H2O, la fórmula química del agua se mantiene inalterada; en sí misma, nunca fue venenosa ni medicinal. Los diferentes estados del agua son temporales y dependientes de circunstancias cambiantes. De un modo similar, nuestras emociones, estados de ánimo y rasgos de mal carácter son solo temporales y elementos circunstanciales de nuestra naturaleza.
Un aspecto fundamental de la consciencia
Esta cualidad temporal y circunstancial se hace clara frente a nosotros cuando nos damos cuenta de que la cualidad primaria de la consciencia es simplemente el saber/conocer. Como el agua en el ejemplo anterior, el conocimiento o consciencia no es buena o mala en sí misma. Si vemos más allá de la corriente turbulenta de los pensamientos y emociones que pasan por nuestras mentes día y noche, este aspecto fundamental de la consciencia siempre está ahí. El Budismo describe esta cualidad cognitiva básica de la mente como luminosa porque ilumina tanto el mundo externo a través de las percepciones y el mundo interno de las sensaciones, emociones, razonamientos, memoria, esperanza y miedo.
Aunque esta facultad cognitiva se encuentra detrás de cada evento mental, no es en sí misma afectada por estos eventos. Un rayo de luz puede brillar en una cara desfigurada por el odio o en una cara sonriente; puede brillar en una joya o en una pila de basura, pero la luz en sí misma no es ni mala ni amorosa, ni sucia ni limpia. El entender que la naturaleza esencial de la consciencia es la neutralidad nos muestra que es posible cambiar nuestro universo mental. Podemos transformar el contenido de nuestros pensamientos y experiencias. El fondo neutral y luminoso de nuestra consciencia nos provee el espacio que necesitamos para observar los eventos mentales en lugar de estar a su merced. Entonces también tenemos el espacio que necesitamos para crear las condiciones necesarias para transformar estos eventos mentales.

por Matthieu Ricard
(continuará...)
**Traducido de http://www.lionsroar.com/why-meditate-september-2010/

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