lunes, 31 de octubre de 2016

¿Por qué Meditar? (II)

No tenemos elección acerca de lo que ya somos, pero podemos desear cambiarnos a nosotros mismos. Tal aspiración le da a la mente un sentido de dirección, pero solo desear no es suficiente. Tenemos que encontrar un modo de poner ese deseo en práctica.
No le vemos nada extraño acerca de pasar años aprendiendo a caminar, leer y escribir o adquirir habilidades profesionales. Pasamos horas haciendo ejercicios físicos para ponernos en forma. A veces gastamos mucha energía física pedaleando una bicicleta estacionaria. Para mantener estas actividades se necesita un mínimo de interés o entusiasmo. Este interés viene del creer que estos esfuerzos van a beneficiarnos en el largo plazo.
El trabajar con la mente sigue la misma lógica. ¿Cómo podría la mente cambiar sin el mínimo esfuerzo, solo a partir de desearlo? No tiene más sentido que esperar aprender a tocar una sonata de Mozart con solo juguetear los dedos ocasionalmente en el piano. 
Nos esforzamos bastante para mejorar las condiciones externas de nuestras vidas, pero al final es siempre la mente lo que crea nuestra experiencia del mundo y traduce esta experiencia en bienestar o sufrimiento.
Si transformamos nuestra manera de percibir las cosas, transformamos la calidad de nuestras vidas. Es este tipo de transformación que se da en base al tipo de entrenamiento mental conocido como meditación.
¿Qué es la meditación?
La meditación es una práctica que hace posible el cultivar y desarrollar ciertas cualidades humanas básicas positivas en la misma manera en que otros tipos de entrenamiento hacen posible el tocar un instrumento musical o adquirir cualquier otra habilidad. Entre muchas palabras asiáticas que se traducen como “meditación” en español son bhavana del sánscrito, que significa “cultivar”, y su equivalente tibetano, gom, que significa “volverse familiar con.” La meditación nos ayuda a familiarizarnos con nosotros mismos en un modo claro y preciso de ver las cosas y cultivar cualidades saludables que permanecen dormidas en nosotros a menos que hagamos un esfuerzo para hacerlas aflorar.
Así que comencemos por preguntarnos a nosotros mismos “¿Qué quiero realmente de la vida?” “¿Estoy contento/a con solo improvisar día a día?” “¿Voy a ignorar el sentimiento vago de descontento que siempre siento en el fondo cuando, al mismo tiempo, estoy anhelando el bienestar y la plenitud?” Nos hemos acostumbrado a pensar que nuestras deficiencias son inevitables y que tenemos que vivir con los fracasos que nos han traído durante la vida. Damos por sentado los aspectos disfuncionales de nosotros mismos, sin darnos cuenta que es posible romper los ciclos viciosos de patrones de conducta que nos agobian.
Desde un punto de vista Budista, los textos tradicionales dicen que cada ser tiene el potencial de la iluminación tanto como cada semilla de sésamo contiene aceite. A pesar de eso, para usar otra comparación tradicional, vagamos confusos como un mendigo que es a la vez rico y pobre porque no sabe que tiene un tesoro enterrado bajo su cabaña. La meta del camino Budista es tomar posesión de esta riqueza que ignoramos, la cual puede llenar nuestras vidas con el más profundo significado.
Entrenando la Mente
El objeto de la meditación es la mente. Por el momento, está a la vez confusa, agitada, rebelde y víctima de muchos patrones condicionados y automáticos. La meta de la meditación no es cerrar la mente o anestesiarla, sino hacerla libre, lúcida y balanceada.
De acuerdo al Budismo, la mente no es una entidad sino una corriente dinámica de experiencias, una sucesión de momentos de conciencia. Estas experiencias están a menudo marcadas por confusión y sufrimiento, pero también podemos vivirlas en un estado espacioso de claridad y libertad interna.
El maestro tibetano contemporáneo Jigme Khyentse Rinpoche nos recuerda: “no necesitamos entrenar a nuestras mentes con el fin de mejorar nuestra habilidad para molestarnos o tener celos. No necesitamos un acelerador de ira o un amplificador de orgullo.” Por el contrario, el entrenar la mente es crucial si queremos refinar y enfocar nuestra atención; desarrollar balance emocional, paz interior y sabiduría, para poder cultivar la dedicación en el bienestar de los demás. Tenemos en nosotros el potencial de desarrollar estas cualidades, pero no se desarrollarán por sí mismas o solo porque lo queramos. Requieren entrenamiento. Y todo ese entrenamiento requiere perseverancia y entusiasmo, como ya he dicho. No aprendemos a esquiar practicando solo uno o dos minutos al mes.
por Matthieu Ricard
(continuará...)
**Traducido de http://www.lionsroar.com/why-meditate-september-2010/

sábado, 29 de octubre de 2016

¿Por qué Meditar? (I)


Mírate honestamente. ¿Dónde estás en tu vida? ¿A dónde han llegado tus prioridades hasta ahora y qué intentas hacer con el tiempo que te queda? Somos una mezcla de luz y sombra, de buenas cualidades y defectos. ¿Ya somos lo mejor que podemos ser? Si no es así, ¿Qué podemos hacer para mejorar? Estas son preguntas que vale la pena preguntar, particularmente si hemos llegado a la conclusión de que el cambio es algo deseable y posible.
En nuestro mundo moderno, estamos consumidos todo el día con actividades sin fin. No tenemos mucho tiempo o energía restante para considerar las causas básicas de nuestra felicidad o sufrimiento. Imaginamos, más o menos conscientemente, que si realizamos más actividades tendremos experiencias más intensas y por lo tanto nuestro sentido de insatisfacción desaparecerá. Sin embargo, la verdad es que muchos nosotros continuamos sintiéndonos desilusionados y frustrados debido a nuestro estilo de vida contemporáneo.

El objetivo de la meditación es transformar la mente. No tiene que estar particularmente asociado a ninguna religión en particular. Cada uno de nosotros tiene una mente y cada uno de nosotros puede trabajar en ella.
¿Es posible el cambio?
La pregunta real no es si el cambio es deseable; es si éste es posible. Algunas personas pueden pensar que ellos no pueden cambiar porque sus emociones negativas están tan íntimamente asociadas con su mente que se les hace imposible deshacerse de ellas sin destruir una parte de sí mismos.
Es verdad que el carácter de una persona no cambia mucho en general a través del curso de la vida. Si pudiéramos estudiar al mismo grupo  de gente por unos años, raramente encontraríamos que la gente molesta se ha vuelto paciente, que la gente perturbada ha encontrado paz interior, o que la gente pretenciosa ha aprendido humildad. Sin embargo, aunque pueden parecer raros, algunas personas sí cambian, lo que muestra que este cambio es posible. El punto es que nuestros rasgos negativos de carácter tienden a persistir si no hacemos nada que cambie esa situación. El cambio no ocurre si solo dejamos que nuestras tendencias habituales y patrones automáticos de pensamiento se mantengan e incluso se refuercen a sí mismos, pensamiento tras pensamiento, día a día, año tras año. Esos patrones y tendencias pueden ser desafiados.
La agresión, la codicia, los celos y otros venenos mentales son incuestionablemente parte de nosotros, ¿pero son una parte intrínseca, inseparable? No necesariamente. Por ejemplo, un vaso de agua puede contener algo de veneno que nos mataría inmediatamente, pero la misma agua podría estar mezclada con medicina. En ambos casos, H2O, la fórmula química del agua se mantiene inalterada; en sí misma, nunca fue venenosa ni medicinal. Los diferentes estados del agua son temporales y dependientes de circunstancias cambiantes. De un modo similar, nuestras emociones, estados de ánimo y rasgos de mal carácter son solo temporales y elementos circunstanciales de nuestra naturaleza.
Un aspecto fundamental de la consciencia
Esta cualidad temporal y circunstancial se hace clara frente a nosotros cuando nos damos cuenta de que la cualidad primaria de la consciencia es simplemente el saber/conocer. Como el agua en el ejemplo anterior, el conocimiento o consciencia no es buena o mala en sí misma. Si vemos más allá de la corriente turbulenta de los pensamientos y emociones que pasan por nuestras mentes día y noche, este aspecto fundamental de la consciencia siempre está ahí. El Budismo describe esta cualidad cognitiva básica de la mente como luminosa porque ilumina tanto el mundo externo a través de las percepciones y el mundo interno de las sensaciones, emociones, razonamientos, memoria, esperanza y miedo.
Aunque esta facultad cognitiva se encuentra detrás de cada evento mental, no es en sí misma afectada por estos eventos. Un rayo de luz puede brillar en una cara desfigurada por el odio o en una cara sonriente; puede brillar en una joya o en una pila de basura, pero la luz en sí misma no es ni mala ni amorosa, ni sucia ni limpia. El entender que la naturaleza esencial de la consciencia es la neutralidad nos muestra que es posible cambiar nuestro universo mental. Podemos transformar el contenido de nuestros pensamientos y experiencias. El fondo neutral y luminoso de nuestra consciencia nos provee el espacio que necesitamos para observar los eventos mentales en lugar de estar a su merced. Entonces también tenemos el espacio que necesitamos para crear las condiciones necesarias para transformar estos eventos mentales.

por Matthieu Ricard
(continuará...)
**Traducido de http://www.lionsroar.com/why-meditate-september-2010/

miércoles, 26 de octubre de 2016

Dejar ir los Hábitos Destructivos

De su libro Dejar Ir: Una Guía Budista para romper con los Hábitos, Batchelor aplica la pregunta meditativa "¿Qué es esto?" a la práctica de deshacer viejos patrones de conducta- en este caso, el soñar despierto. 
En Corea, solía sentarme en meditación diez horas al día, durante tres meses, de modo que tuve mucho tiempo para descubrir mis patrones de pensamiento. Luego de un tiempo, finalmente me di cuenta de que en lugar de meditar, estaba pasando mucho de mi tiempo soñando despierta. Solía inventar cuentos de hadas- sobre mí misma siendo una experta en kung fu o sobre volverme iluminada. Intenté aprender kung fu y duré una tarde- soñar despierta sobre eso era mucho más fácil. ¡Tuve que dejar ir ese guión!

Creo que el hábito de soñar despierta vino de mi niñez: solía crear largas, complejas historias en la cama antes de dormir- tal vez como un medio para dormirme, para pasar el tiempo o para distraerme de mi miedo a la oscuridad. Cualquiera que sea la razón, se volvió un hábito que, ya de adulta, se conectó con otras partes de mi vida.
La imaginación es una función de la mente, pero el soñar despierto es la proliferación de la imaginación con consecuencias poco constructivas. Te aleja de lo que realmente está sucediendo y puede causar frustración porque lo que imaginas usualmente no sucede. Después de todo, entre todos mis sueños de volverme campeona de kung fu, ni siquiera me gustaba ejercitarme y no me gustaba que me digan lo que debía hacer. No había oportunidad de que se haga realidad. Cuando se trata de kung fu, eso n importa mucho, pero si sueñas con un esposo maravilloso, un gran empleo o casa, o incluso una vida un poco mejor, puede llevarte a frustración y resentimiento.
La meditación puede también hacerte descubrir el sabor específico de los pensamientos. El soñar desierto es muy seductor; cuando las ideas de "Si yo fuera... si yo tuviera..." aparecen, te absorben. Tienen un sabor rico, como algo dulce con la promesa del encanto. Si fueras un prisionero en una celda, entonces el soñar despierto es vital, te ayuda a sobrevivir. Sin embargo, al discutir sobre este patrón mental con un joven prisionero que conocí en Sudáfrica y que gustaba de la meditación, me contó que solía soñar despierto en moderación y solo lo usaba como una válvula de seguridad cuando se sentía demasiado oprimido por su encarcelamiento. Si soñaba despierto demasiado, se volvía frustrado y agresivo. Entonces, el punto no es que no debamos soñar despiertos, sino que deberíamos ver los efectos que este patrón tiene en nosotros y saber cuándo es útil o perjudicial. Cuando hacemos la pregunta "¿Qué es esto?", nos vemos de vuelta en el momento presente.
¿Qué está pasando ahora? ¿Qué está frente a nuestros ojos para poder disfrutar y apreciar?


**Traducido de http://tricycle.org/

sábado, 22 de octubre de 2016

Una Mirada a la Clase de Atención Plena para Niños

Cómo es que los estudiantes (y los profesores) están mejorando su concentración y encontrando calma a través de clases semanales de meditación.
Por Katie Grimesey | 16 de Setiembre, 2015

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“Al encontrar tiempo para realmente sintonizarse, enfocarse y sentir su propia respiración y usarla, los escolares pueden descubrir su habilidad innata para auto-regularse: su habilidad para ignorar y prestar atención a lo que sucede a su alrededor, y muchas otras cosas más.”

Eso es lo que Marian Matthews dice sobre sus alumnos del colegio Baker Butler en Albermarle (Virginia), donde enseña Atención Plena y Movimiento: una clase sobre técnicas de meditación, yoga consciente y respiración que se inició en el Centro de Ciencias Contemplativas de la Universidad de Virginia.
Marian visita las clases en Baker Butler cada semana por 30 minutos para enseñar a los alumnus de diferentes grados cómo integrar la atención plena a sus vidas diarias. Mientras yo observaba, una clase de quinto grado comenzaba con un ejercicio de respiración profunda, diseñado para permitir a los alumnos concentrarse en sus pensamientos. Rápidamente Matthews sacó la “jarra mental” y se la mostró a los niños como una respresentación visual de lo que sucede en sus mentes cuando se relajan.
“La jarra mental es solo una jarra con agua y brillantina, pero la idea es que la podemos agitar y dejarla perturbada. Entonces, primero notamos que hay un montón de pensamientos arremolinándose en nuestras mentes,” dice Matthews. “Luego comenzamos a respirar profundamente, y mientras tanto podemos sentir que nuestras ideas comienzan a asentarse, igual que la brillantina comienza a asentarse en la jarra.”
Cuando la fase de respiración y descanso ha acabado, la clase comienza a moverse, la sesión de yoga comienza con algunas posiciones a modo de saludo. Mientras los niños se están moviendo y haciendo posiciones, sin embargo, continúan notando lo que está sucediendo en sus mentes. “Hablamos acerca de la respiración como un ancla para su calma.” Matthew dice. “Cuando están en la posición del niño, es un lugar muy agradable para que sientan y oigan su respiración. También me da la oportunidad de rondar y tocar sus espaldas para hacer un tipo de conexión física con ellos.”
Al haberse relajado y movido durante un tiempo adicional, los niños están listos para sumergirse más, y Matthew los lleva a una meditación sobre bondad. Ella les indica que “envíen amor y amabilidad a sus pies y a sus tobillos y luego a sus corazones.”
Ella les pide notas cómo se sienten en sus corazones, en sus cuerpos y en sus mentes cuando piensan sobre ser amables y gentiles. “Dejen crecer ese sentimiento y envíenlo a todo el mundo,” les dice a los niños.
“Es ahí donde la progresión natural de la atención plena te lleva. Una vez que estás en contacto con tu calma, y sabes que los demás tienen su lugar de calma, la compasión, la amabilidad y la conexión te inundan naturalmente,” dice Matthew.
Es el fin del año escolar y la clase final de Marian, así que ella trajo un regalo: fresas. Pero esto tiene un propósito: ellas serán parte del ejercicio final de atención plena: comer. Al pedido de Matthews, los alumno “miran las fresas y piensan sobre lo que se toma para cultivarlas y lo experimentan usando sus cinco sentidos.”
Resultado de imagen para children meditation classLa práctica de comer conscientemente es un tipo de transición hacia la vida cotidiana, de acuerdo a Matthews “los alumnos y yo hemos tenido este tiempo de practicar formalmente juntos , pero lo que es realmente importante es la práctica informal, donde la atención plena aparece en el ‘momento a momento’ durante el día, cuando los alumnos pueden notar cómo están sus cuerpos y qué está sucediendo en sus mentes.”
Kathy Shupe, una profesora de cuarto grado en el colegio Baker-Butler, dijo que la presencia de Marian en el salón crea un ambiente pacífico y calmado que permite a los alumnos reflexionar sobre sí mismos.  
“Tengo 4 niños identificados como ADHD y que están siendo medicados, y cuando iniciamos ellos literalmente se caen sobre sus colchonetas,” dice Shupe. “Ahora, ellos mantienen sus posiciones, están respirando con atención. Tuve un niñito que tiene gran ansiedad por los exámenes… levanté la mirada y estaba en la alfombra haciendo yoga y respirando, y luego volvió y se aplicó en sus actividades de la clase. Lo hizo fabulosamente.”
Shupe dice que lo que Matthews está enseñando es muy práctico. Ayuda a alumnos con gran ansiedad a las actividades, como exámenes, y ayuda en sus interacciones con los demás durante la jornada escolar.
“Creo que nuestro sistema escolar se está perdiendo esto”, dice Shupe. “Si no les bajamos el ritmo y los ponemos a pensar acerca de su naturaleza y quiénes son, vamos a perderlos. Es por esto que estoy muy agradecida de que esta actividad se haya sido implementado en nuestro colegio.”
Un alumno de cuarto grado, Gwendolyn, habló acerca de tomar parte en una actuación de fin de año el día antes de usar lo que Marian le había enseñado: "Tuve un rol con líneas en frente del colegio entero y realmente me ayudó para calmar mi cuerpo y así poder hacerlo. No habría sido capaz de dormir el lunes por la noche si no hubiera usado mi respiración."
El próximo año, Marian espera que esta clase sea enseñada a todos los alumnos de los colegios del condado de Albermale que ella actualmente visita, con la posibilidad de adicionar dos colegios más y otro instructor. Sería genial, dice, si ellos pudieran "ver a todos los niños que están en el colegio al menos una vez por semana, porque tenemos ese momento formal, pero los niños aprenden rápidamente las estrategias que pueden usar en el salón y luego el profesor tiene eso para poder apoyarse."
Uno de los más grandes beneficios para niños escolares, dice Matthews, es que trae tanto un sentido de auto-consciencia como un sentimiento de empatía hacia los que se encuentran alrededor. "Todos vienen de diferentes ambientes y aquí tienes la oportunidad de nivelas el campo de juego y traer a todos al mismo lugar antes de que vayan a lo que sea con lo que vayan a lidiar en la casa, lo que sea con lo que vayan a lidiar emocional y físicamente durante toda su vida. Todos pueden venir al mismo lugar y estar en contacto con su calma, y desde ahí pueden aprender en un modo más relajado."

miércoles, 19 de octubre de 2016

Cómo Perdonarte a Ti Mismo


El culparse a uno mismo es un dilema humano. Podemos culparnos a nosotros mismos por gritarles a nuestros hijos o por no proteger a nuestros hermanos de padres abusivos cuando fuimos jóvenes, u odiarnos a nosotros mismos por algo que quisiéramos no haber dicho. Pero la culpa crea una cantidad destructiva de continua tensión que no nos permite aprender de nuestros errores y descubrir una real felicidad.

Entonces, asumiendo que muchos de nosotros estamos de acuerdo en que el perdonarnos a nosotros mismos y aprender de los errores pasados es importante para nuestra salud y bienestar, la siguiente pregunta es “¿Cómo es que se hace?”


Tú no eres el primero o el último

Una de las primeras cosas que hay que hacer es entender que no eres la primera persona que ha cometido este error, muy probablemente ha sido cometido por miles o tal vez millones de personas antes que tú. No estoy quitando seriedad a la acción, sino haciéndote saber que no estás solo y que mucha gente ha cometido este mismo error como parte de los comunes retos humanos. Una de las cosas más comunes que hacemos las personas es tomar las cosas personalmente. Cuando llegamos a entender que nadie es inmune a ser falto de habilidad, podemos comenzar a tomarlo un poco menos personalmente. Esto nos ayuda en el proceso del perdón.
Entiende que está en el pasado
Otra cosa que tienes que recordar es que esta acción que has cometido está en el pasado, no está presente, y que ya no la estás haciendo ahora. Identifica cuándo la trampa mental de culparte a ti mismo por eventos pasados, mira si puedes reconocer su presencia y luego recuérdate a ti mismo que cometiste un error, pero que está en el pasado y que vas a aprender de él. Esta práctica de culpar no te ayuda a ti ni a nadie. Deja que el proceso de perdón salga a la superficie y empieza a verlo como algo a partir de lo cual puedes aprender y crecer. Esto te liberará para poder ser hábil en el presente.

Algo que podemos hacer es decir “En el pasado, he hecho xyz, y ahora estoy (conecta con una intención positiva).” Por ejemplo, “en el pasado tuve una aventura amorosa, y ahora soy un(a) esposo(a) con amor y compromiso y el amor que siento por mi cónyuge/hijos me sostiene.”

Adopta una mentalidad de aprendizaje
Siempre vamos a cometer errores en esta vida. Todos lo hacen, pero la mentalidad clave que cataliza el crecimiento y la felicidad es la mentalidad de aprendizaje.
Cada una de las experiencias de la vida contiene información para ayudarnos a mejorar con nuestras intenciones vitales, así que perdónate por el pasado, pero investiga cómo cometiste el error si incluso fue un error de tu parte. En caso de que sí haya sido tu error, pregúntate: “¿Qué podría cambiar para la próxima vez?” Luego invítate a ti mismo a comenzar de nuevo.

Yo llamo a esta práctica “Perdona, investiga e invita.”
Podemos comenzar a dejar ir nuestras historias de reivindicación del pasado y comenzar a construir nuevas con una intención más consciente sobre cómo queremos que las cosas sean en adelante. Esto será un proceso y tomará práctica, determinación y persistencia a medida que las viejas historias y hábitos de auto-culpa seguirán colándose en la mente, regresándonos a esas ideas negativas que ya no nos sirven. Ve si puedes identificar cuando esto sucede e invítate a ti mismo a comenzar el proceso de auto-perdón de nuevo.

**Traducido de: http://www.mindful.org/how-to-practice-forgiving-yourself/

sábado, 15 de octubre de 2016

Impermanencia


El cambio es una característica central de la vida. Puede ser emocionante, terrorífico, cansado o aliviador. Puede provocar tristeza o felicidad, resistencia o aferramiento.

El entendimiento de la impermanencia es central en la práctica Budista, la cual apunta a hacernos ecuánimes en medio del cambio y más sabios en cuanto a cómo respondemos a lo que viene y se va. De hecho, el Budismo podría ser visto como una meditación extendida sobre la transitoriedad como una medio de libertad. Las últimas palabras de Buda fueron; “Todas las cosas condicionadas son impermanentes.”
La impermanencia no es un concepto únicamente Budista. Muchas religiones lidian con la impermanencia y el sufrimiento. Algunas tradiciones espirituales relacionan al mundo de la impermanencia con el sufrimiento. Debido a eso, la solución al sufrimiento es trascender el mundo de la impermanencia.
Buda enfocó el sufrimiento de manera diferente. Él dijo que el sufrimiento no es inherente al mundo de la impermanencia; el sufrimiento aparece cuando nos aferramos. Cuando el aferramiento desaparece, la impermanencia deja de provocar sufrimiento. La solución al sufrimiento es, entonces, la desaparición del aferramiento, el no tratar de escapar de este mundo temporal.
Es posible encontrar tranquilidad y gracia en el mundo del cambio; es posible confiar en la mente no aferrada y de esta manera hallar nuestra liberación en el mundo de la impermanencia. Un medio de reducir el aferramiento es ver la naturaleza temporal de aquello a lo que nos aferramos. Este entendimiento puede mostrarnos la inutilidad de tratar de encontrar felicidad permanente en lo que es impermanente, con puede animarnos a examinar profundamente el porqué nos aferramos.
La impermanencia puede ser entendida de tres maneras. Primero, es el obvio y ordinario entendimiento de la impermanencia. Segundo, es el entendimiento que proviene de la comprensión, de la observación directa de la naturaleza de las cosas. Finalmente, está la manera en la que la impermanencia puede llevar a la liberación.
El entendimiento ordinario de la impermanencia es accessible a todos; vemos la vejez, la enfermedad y la muerte. Notamos que las cosas cambian. Las estaciones cambian, la sociedad cambia, nuestras emociones cambian y el clima cambia. Cuando yo vivía en Tennessee, había un dicho: “Si no te gusta el clima, espera cinco minutos.” A veces, al darnos que una experiencia es impermanente, nos podemos relajar con la situación actual, incluyendo su aparición y desaparición. Otras veces, el ver que el cambio es inevitable nos ayuda a dejar de aferrarnos a cómo las cosas son, la resistencia al cambio… y a veces el reconocer que todos somos iguales de proclives al envejecimiento, enfermedad y muerte, es la base de la compasión.
Aunque podamos entender intelectualmente el hecho de la impermanencia, puede que no creamos realmente en ella. En el poema épico Hindú Mahabarata, Yudhisthira es cuestionado: “¿Cuál es la maravilla más grande de este mundo?” él responde “La gente ve muerte por todos lados, pero no cree que ellos mismos morirán. Esta es la más grande maravilla.”
Cuando era joven, por supuesto que sabía que iba a morir, pero vivía mi vida como si fuera a vivir para siempre. La sabiduría puede venir al envejecer, no solo de la experiencia vital, sino también de la creciente consciencia de que nuestras propias vidas terminarán. Se hace cada vez más difícil el evitar esta idea cuando lo que queda de nuestra vida se va reduciendo. Esto a menudo anima a la gente a ver atentamente sus prioridades y valores. El abrirse al nivel ordinario de impermanencia en una manera profunda puede traer mucha sabiduría.
Más allá de la experiencia ordinaria de la impermanencia, la práctica Budista nos ayuda a abrirnos al campo menos perceptible de la impermanencia: el entendimiento de la aparición y desaparición del momento-a-momento en cada experiencia perceptible. Con atención plena profundamente concentrada, vemos todo como un constante flujo, incluso experiencias que parecen ordinariamente persistente.
Tal vez hayas tenido la oportunidad de ser consciente ante una intensa experiencia física, como por ejemplo el dolor. Tendemos a ver el dolor a través de nuestras ideas relacionadas con él. Con una consciencia muy fuerte, sin embargo, encontramos que no podemos especificar el dolor; apenas creemos que hemos localizado al dolor, desaparece de la existencia y reaparece a milímetros de distancia. Se vuelve una danza de sensaciones tintineantes localizada en ningún lugar en particular. El dolor que parecía sólido es de hecho en constante flujo. En esta experiencia de impermanencia, nos damos cuenta de que no tiene sentido aferrarnos a nada, ni siquiera temporalmente. No hay nada a lo que podamos aferrarnos porque todo simplemente aparece y desaparece de la existencia. También nos damos cuenta de que nuestro aferramiento y resistencia tiene poco que ver con la experiencia en sí. Mayormente nos aferramos a ideas y conceptos, no a cosas o experiencias en sí mismas. Por ejemplo, no nos aferramos al dinero, sino a las ideas de lo que significa el dinero para nosotros. Puede que no nos resistamos a envejecer del mismo modo en que nos resistimos a dejar ir los queridos conceptos de nosotros mismos y nuestros cuerpos: uno de nuestros más enaraizados aferramientos es el “yo”, la auto-imagen, la auto-identidad. En la experiencia más profunda de atención plena, vemos que a idea del yo es una forma de aferrarnos a conceptos, nada en nuestra experiencia directa puede calificarse con un “yo” al cual aferrarse.
Al ver la impermanencia claramente, vemos que no hay nada real a lo que podamos aferrarnos, nuestra profunda tendencia a asirnos de algo se ve retada, y de este modo puede comenzar a relajarse. Vemos que nuestras experiencias no corresponden a nuestras categorías, ideas, o imágenes fijas. Nos damos cuenta de que la realidad es más fluida de cualquiera de nuestras ideas sobre ella. Suzuki Roshi resumía el entendimiento Budista así: “No siempre es así.”
El confrontar la impermanencia profundamente, de este modo meditativo, puede abrirnos a la liberación. El último y liberador nivel de la impermanencia es el movimiento hacia el “dejar ir” en el nivel más interno de nuestra mente. Ajahn Chah una vez dijo: “Si dejas ir un poco, tendrás un poco de paz. Si dejas ir mucho, tendrás mucha paz. Si dejas ir completamente, tendrás completa paz.” Este liberar es a veces llamado Mahasukha, la Gran Felicidad, lo cual se dice que es la máxima felicidad en la que se pueda confiar.

Adaptado de una charla de Gil Fronsdal, 1 de enero de 2001

miércoles, 5 de octubre de 2016

Educando a los Niños (y los Padres) Conscientes





Los niños pequeños están tan presentes con su experiencia que usualmente no necesitan conectarse con el momento. A medida que crecen, sin embargo, las complejidades de la sociedad, las presiones del colegio y las distracciones de la tecnología juegan un rol significativo en sus vidas diarias. Ellos, como nosotros, necesitan toda la ayuda posible para volver a casa con consciencia y compasión. Lo que han aprendido de sus padres con el correr de los años puede hacer una contribución significativa a su habilidad para hacerlo.

Es difícil separar el educar a un niño consciente de educar a un padre consciente, ya que a menudo, sin siquiera notarlo, estamos enseñando a nuestros niños de modo pasivo a ser conscientes o inconscientes. Podemos estar tan enfocados en “enseñar” a nuestros niños a ser adultos responsables y compasivos que olvidamos que ellos están mayormente aprendiendo al ver cómo somos en el mundo.

Si estás prestando atención mientras respondes a las preguntas de tu niño, le estás enseñando que escuchar completamente no es tan importante. Si estás hiper-estresado y le gritas algo feo al chofer que te cerró el paso, le estás enseñando a tu hijo que la agresión es una respuesta saludable ante las ofensas percibidas. Por otro lado, cuando te detienes a ayudar a alguien a quien se le cayó algo en la calle, le estás enseñando a pensar en los demás, la raíz de la compasión. Cuando estás dispuesto a hablar abiertamente de emociones- tanto tuyas como las suyas- y te tratas a ti mismo con amabilidad en los momentos difíciles, inspiras la inteligencia emocional y la auto-compasión. Cuando te recuperas de tus errores en lugar de sumergirte en la vergüenza, estás modelando la resiliencia.

También hay más maneras activas en que podemos enseñar atención plena a nuestros niños. Podemos encontrar maneras creativas de inspirarlos- sin tratar de imponerlo, plantando las semillas. Puedes empezar comenzando por la atención plena de la emociones. Incluso cuando los niños pequeños de 2 años están molestos o contentos, puedes nutrir la auto-reflexión y la inteligencia emocional en ellos. Puedes ayudarles a identificar emociones y sentirlas en el cuerpo. Eso sentará las bases para que lo hagan por su cuenta. Puede tomar un tiempo, así que recuerda: tú estás simplemente plantando las semillas. Asegúrate de tomarlo con calma y chequear: ¿Cómo te estás sintiendo ahora mismo? ¿Cómo imaginas que tu niño se está sintiendo?

“El Amigo de Reapiración” es una práctica usada por mucha gente que trabaja con niños y atención plena. En nuestro programa CALM (siglas en inglés para “Conectando Adolescentes con el Aprendizaje de Atención Plena), hemos tenido éxito usándolo con niños pequeños, niños grandes y adolescentes. Es muy sencillo de hacer con nuestros propios niños.

Práctica: Amigo de Respiración

Esta es una práctica divertida que pueden hacer juntos, como familia. Para empezar, consigue un muñeco de peluche pequeño para tu niño, o una roca suave de río para tu hijo adolescente. Este será su “amigo de respiración”. Luego, todos se echan, ponen su amigo de respiración en la barriga e intentan hacerlo subir y bajar con cada inhalación y exhalación. Es útil animar a todos a respirar lento contando hasta tres en la inhalación y de regreso a uno en la exhalación.

Es una herramienta que tus niños pueden usar para calmarse en momentos estresantes, como cuando se están sintiendo ansiosos antes de un examen o después de una disputa tensa con un amigo. Para niños pequeños, puede ser útil el crear una historia incorporando al amigo de respiración, para involucrarlos más.

Nuestros momentos más significativos ocurren cuando bajamos el ritmo y nos sintonizamos con las cosas simples de la vida. No siempre es fácil de hacer- otras cosas en la vida pueden parecer más importantes- pero cuando te detienes y recuperas la perspectiva te beneficias tú, tu pareja y tus niños. Eso ayuda a los miembros familiares a regular sus emociones durante momentos de lucha, crea flexibilidad y creatividad, y cultiva la gratitud, empatía y compasión.


Cuando aprendemos a ser agradecidos por los buenos momentos y a no perder la gracia durante los momentos difíciles, se nos abre la vida real y no una versión distraída y automática de ella. Recuerda, educar a una familia consciente que te incluya a ti mismo, a tu pareja y a tus niños, es una práctica: no lo harás perfectamente. Cuando te apartes de tu intención, perdónate. En ese momento puedes descubrir algo vital: siempre puedes elegir comenzar de nuevo.

**Traducido de: http://www.mindful.org/raising-the-mindful-family/