Horarios ocupados, aparatos digitales, largos desplazamientos-
todo esto lleva a los miembros familiares a estar más desconectados unos de
otros. Las psicólogas Stefanie y Elisha Goldstein nos muestran
maneras de fortalecer las relaciones, incrementar el bienestar colectivo y
reunir de nuevo a la familia.
Un cambio inquietante está sucediendo en nuestra cultura hoy en
día: hay cada vez menos conexión íntima en las familias modernas, ya que los
vínculos entre los padres e hijos y entre parejas se debilitan con la
distracción y las ocupaciones. Demasiados miembros familiares pasan la hora de
la cena (si es que dura una hora) mirando a sus teléfonos y tablets en lugar de
conectándose. Damos nuestro amor sobre la marcha, en saludables bites y
superficiales mensajes de texto de “TQM”. Eso no es substituto para el mirarnos
a los ojos, sentir el toque del otro, tomar tiempo para una conversación real y
decir “Te quiero” con significado. Es fácil imaginar un futuro en el cual las
familias desconectadas sean la norma, ya que las rutinas habituales nos ciegan
a las conexiones, elecciones y maravillas que hacen tan rica a la vida
familiar.
A través de nuestro trabajo terapéutico con cientos de niños,
adolescentes, adultos, parejas y familias, hemos visto cuán profunda y
descorazonadora puede ser la creciente desconexión en las familias. Hemos visto
varias familias rindiéndose a tratar de reconectarse porque se siente demasiado
difícil y doloroso el intentar revertir la dirección de algo que se ha ido
desvaneciendo por mucho tiempo.
El ver la profundidad de estos retos nos ha inspirado a desarrollar
algunos principios y guías que puedan ser útiles para educar a una familia
consciente. Hemos hecho esto no solo para trabajar con familias desconectadas-
y ayudar a que otras no terminen así- sino también porque queremos ayudar a
descubrir cómo educar a nuestros propios niños con amor, entendimiento, bromas,
humor y confianza, y mantener una relación fuerte en el medio de todo eso.
Todos comenzamos con grandes aspiraciones, pero nos metemos en
dificultades en el camino. Cuando los inevitables retos aparecen, hemos
aprendido una y otra vez (a veces a la mala) que ver primero lo que otros
necesitan hacer para cambiar no es el lugar más efectivo para comenzar.
Esa es la razón por la cual nuestro primer principio es “educar al
yo consciente”, lo cual no significa cultivar ningún “yo” especial. Simplemente
significa que cada un@ de nosotr@s tiene su propio trabajo primero. El
siguiente lugar natural en el cual poner nuestra atención es en nuestra
relación con nuestra pareja, la cual no resultará bien en autopiloto.
Necesitamos nutrirla y prestarle atención de modo regular. Si eso está
sucediendo, estamos en camino de darles a nuestros hijos lo que necesitan,
porque ellos seguirán nuestro ejemplo. El modo en el que ellos nos vean vivir
es más poderoso que cualquier cosa que les digamos sobre ser conscientes.
Educando
al Yo Consciente
Hace años fuimos invitadas a una
charla privada del famoso pediatra y autor Berry Brazelton. Habían muchas
preguntas de los padres y profesionales, incluidas nosotras, que buscábamos
respuestas del tipo “cómo hacer” a los problemas diarios de la crianza. Hacia
el final de su charla, Brazelton dijo “¿Saben? Puede ser que el enorme campo
del 'desarrollo infantil y paternidad' haya perjudicado a los padres y madres, en
realidad. Les ha dado el mensaje de que necesitan ver a los expertos para
encontrar las respuestas, cuando muchas veces las respuestas están ahí. Siempre lo han estado.”
Ver interiormente es donde creemos que comienza la educación de
una familia consciente- con cada un@ de nosotr@s aprendiendo cómo hacer una
pausa, oír atentamente a nosotr@s mism@s y confiar en nuestra sabiduría. El encontrar
espacios en nuestro día para bajar las revoluciones, tomar un respiro y
revisar, entrena nuestras mentes para cambiar a una perspectiva más amplia en
el medio de las reacciones emocionales y ver más claramente lo que nosotr@s y
los otr@s necesitamos en cualquier momento dado.
Educar una familia no es simple. Ofrece mucha información que
viene hacia nosotros desde mútiples direcciones y si nos abrumamos, nuestro
cerebro operará en modo automático. Recurriremos a la historia emocional de nuestra
niñez para hacer juicios rápidos acerca de cómo reaccionar ante nuestros
propios hijos y pareja. En nuestros mejores momentos podemos encontrar el
momento para respirar y ver un panorama más amplio y considerar maneras
saludables de responder. Aunque, como la vida se vuelve más estresante y
agitada, es fácil caer en una rutina de patrones no saludables e impulsivos que
pudimos haber heredado de nuestros padres y madres- a pesar de que hayamos jurado que lo
haríamos diferente a nuestra propia familia. Ahora nos sentimos mal.
Avergonzad@s, nos etiquetamos a nosotros mismos como “mal padre” o tal vez “padre
no suficientemente bueno”. Aprender a cómo hacer una pausa más frecuentemente
durante el día puede ayudarte a notar estos patrones y aportar entendimiento
acerca de cómo puedes reconectarte contigo mism@, con tu pareja (si tienes una)
y tus hijos.
Como padres, todos somos imperfectos. Una de las más importantes
prácticas que hemos encontrado para educar una familia consciente es el aplicar
la autocompasión durante los momentos estresantes: el ser consciente de
nuestros propios momentos de lucha, con una inclinación a ayudarnos a nosotros
mismos con amabilidad.
Recomendamos cualquiera de las muchas pequeñas prácticas de atención
plena que te enseñan cómo detenerte y rápidamente cambiar tu perspectiva. También
animamos a usar prácticas que te ayuden a confiar en tu sabiduría interior como madre o padre- algo que a menudo tendemos a dudar. Aquí hay una práctica que hemos encontrado
particularmente útil.
Como madres y padres, todos somos imperfectos. Recuerda eso y sé amable
contigo mism@ durante los momentos de estrés.
Práctica:
Atención Plena y Autocompasión
Cuando reconozcas que estás en un
momento estresante, reconoce la dificultad diciendo: “Esto es difícil ahora”. Luego pregúntate, “¿Qué
necesito?”
Reconocer y cuestionarte permite
abrirte a la sabiduría que hay dentro de ti, y construir autoconfianza. Tal vez
encuentres que quieres ser más paciente o ser libre del estrés que te está
atacando en el momento. Intenta poner tu mano en tu corazón como un gesto de
cuidado y dite a ti mism@: “Quisiera estar en calma, tener más paciencia y
estar libre de este estrés”.
Si quieres, puedes llevar esto más
profundamente. Puedes imaginarte a todos los padres y madres allá afuera que han
experimentado esta lucha y deséales lo mismo. Todos estamos conectados en este
viaje imperfecto de la crianza de los hijos. El reconocer ayuda a dejar la carga de la
autocrítica, a sentirnos más conectado y a abrirnos a lo que realmente importa.
**Continuación: Educando a la Pareja Consciente y Educando al Niño Consciente**
**Traducido de: http://www.mindful.org/raising-the-mindful-family/
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