jueves, 11 de agosto de 2016

Contagio de Amabilidad

Presenciar amabilidad inspira amabilidad, causando que se expanda como un virus

La conformidad tiene mala reputación, y a menudo se lo merece. La gente abusa de las drogas, desfigura los parques nacionales y gasta hasta $150 000 en bolsos de mano después de ver que otras personas lo hacen también. Sin embargo, la presión grupal no tiene que ser completamente mala. La gente también repite intenciones de voto, alimentación saludable y esfuerzos de conservación ambiental. La cooperación y la generosidad de los demás pueden a su vez ser copiadas: dile a alguien que su vecino donó a una caridad y esa persona incrementará su propia donación, incluso un año después. Una conformidad así de buena aparece prometedora, pero también limitada. Experimentos previos, por ejemplo, se concentran casi exclusivamente en gente que observa a otros comprometerse en una acción positiva en particular (como reciclaje) y luego imita esa misma acción.

En un grupo de nuevos estudios, mis colegas y yo destacamos un toque más amplio de conformidad positiva. Descubrimos que la gente no solo imita los aspectos particulares de las acciones positivas, sino también el espíritu subyacente a ellas. Esto implica que la amabilidad misma es contagiosa, y que puede difundirse entre las personas, tomando nuevas formas en el camino. Para ser una fuerza social potente, la conformidad positiva requiere tal flexibilidad. No todos pueden costear una donación a la caridad o pasar semanas haciendo un servicio en Haití. Atestiguar generosidad en otros, entonces, podría inhibir a los potenciales futuros benefactores que sientan que no dan la talla. Nuestro trabajo sugiere que la amabilidad de un individuo puede sin embargo incitar que la gente sea positiva de otras maneras.

En nuestro estudio, la gente recibió un “bono de $1” además de su paga por participar en el estudio. Luego ellos leyeron breves descripciones de 100 actos de caridad, y decidieron si querían dar algo de su bono a cada uno. Después de hacer cada donación, los participantes vieron lo que ellos creyeron que era la donación promedio hecha por las últimas 100 personas en el estudio. De hecho, nosotros manipulamos estas “donaciones grupales” para influenciar en las creencias de nuestros participantes. Algunas personas aprendieron que vivían en un mundo generoso, donde la gente donaba cerca de tres cuartos de su bono a la caridad. Otros aprendieron que vivían en un mundo mezquino, donde la gente donaba solo cerca de un cuarto de sus bonos.

Presenciar a otras personas ayudando puede ser inspirador :)
Como otros científicos, encontramos que los participantes que creyeron que los otros fueron generosos, se hicieron ellos mismos más generosos. Luego evaluamos nuestra real pregunta: ¿El contagio de la amabilidad va más allá de la mera imitación? En un estudio posterior, la gente observó a otros donando generosa o mezquinamente, y luego completaron lo que creyeron que era una actividad de “amigo por correspondencia” sin relación. Leyeron una nota en la cual otra persona describía los altos y bajos de su último mes, y le respondieron. La gente que había observado a otros donar generosamente, escribieron notas más amistosas, más empáticas y mostraban más apoyo que la gente que había observado a otros comportarse de modo mezquino.
Esto sugiere que la amabilidad evoluciona mientras se difunde, “infectando” conductas a través de las cuales cada nuevo individuo puede expresarla.

La gente en nuestros estudios ni siquiera necesitaba ver a otros hacer algo para “atrapar” su amabilidad. En otro estudio adicional, la gente leyó historias acerca del sufrimiento de individuos sin hogar. Después de cada historia, vieron lo que creyeron era el nivel promedio de empatía que los participantes pasados habían sentido en respuesta al protagonista. Alguna gente se enteró  de que sus compañeros se preocuparon mucho y otros se enteraron que fueron bien insensibles. Al final del estudio, les dimos a los participantes un bono de $1 y la oportunidad de donar tanto como quisieran a un albergue local de gente sin hogar. La gente que creyó que los otros sintieron empatía por la gente in hogar, se preocuparon más, y también donaron el doble que la gente que creyó que los otros sintieron poca empatía.

Aún no entendemos completamente las fuerzas psicológicas que alimentan el contagio de la amabilidad. Una posibilidad, respaldada por nuestro propio trabajo, es que la gente valora el estar en sintonía con otros. Por ejemplo, hemos encontrado que cuando los individuos aprenden que sus propias opiniones encajan con los de un grupo, se activan regiones cerebrales asociadas con la experiencia de recompensa, y que esta actividad cerebral sigue la pista de sus posteriores esfuerzos por alinearse con un grupo. Como tal, cuando la gente se entera que otros actúan amablemente, ellos mismos pueden llegar a valorar la amabilidad más.

Por supuesto que la conformidad no siempre es una fuerza del bien. De hecho, la mala voluntad que actualmente recubre nuestro país a menudo muestra gente que sigue el ejemplo de otros. La gente que tiene actitudes extremas, suele expresarlas en voz alta; cuando individuos moderados están de acuerdo, los grupos se vuelven más afianzados y separados unos de otros. El abismo creciente y amargo entre los grupos de derecha e izquierda en la política norteamericana resaltan los volátiles resultados de tal polarización. Nuestro trabajo, sin embargo, sugiere que la conformidad puede no solo generar la animosidad, sino también el compromiso, la tolerancia y la actitud cálida.

La batalla entre la conformidad buena y mala posiblemente depende del tipo de normas culturales que la gente presencia más a menudo. Quien esté rodeado de fanatismo y antagonismo tendrá una tendencia a ser hostil y a tener actitudes de exclusión. Quien en cambio aprenda que sus pares premian la empatía, pondrán entonces más esfuerzo en ser empático, incluso con gente que sea diferente. Al enfatizar las normas de empatía positiva, podríamos ser capaces de impulsar el poder de la influencia social para combatir de nuevas maneras la apatía y los conflictos. Y ahora mismo, cuando se trata de reparar las divisiones ideológicas y cultivar amabilidad, necesitamos todas las estrategias que podamos encontrar.


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