sábado, 26 de noviembre de 2016

Porqué no vale la Pena Complacer a los Demás


Resultado de imagen para simular ser otra persona

 Christine Carter siempre trató de estar a la altura de las expectativas de la gente- hasta que se dió cuenta de cuán fuera de sintonía con sus propios deseos llegó a estar.

Por Christine Carter | 17 de agosto, 2016


La gente me pregunta todo el tiempo cuál es el secreto de la felicidad."Si tuvieras que elegir una cosa," preguntan, "¿qué sería lo más importante para llevar una vida feliz?"
Hace diez años, habría dicho que una práctica regular de agradecimiento era lo más importante- y mientras es aún mi técnica instantánea favorita de felicidad, mi respuesta ha cambiado. Creo que lo más importante para la felicidad es vivir sinceramente. Acá está el consejo específico que les di recientemente a mis hijos:
Vive con total integridad. Sé transparente, honesto y auténtico. Nunca renuncies a esto; las mentiras blancas y las sonrisas falsas rápidamente se acumulan para formar una vida fuera de alineación. Es mejor ser tú mismo y arriesgarse a tener a gente que no es como tú a sufrir el estrés y la tensión que viene de simular ser alguien más, o profesar algo que no eres. Te lo aseguro: el simular te robará la alegría.

He pasado gran parte de mi vida complaciendo a los demás, tratando de encajar en las expectativas de otra gente, tratando de mantener a todos felices y a gusto conmigo. Sin embargo, cuando tratamos de complacer a los otros, usualmente perdemos sintonía con nuestros propios gustos y necesidades. No es que sea malo el pensar en los demás, sino que ‘complacer’ a otros no es igual que ‘ayudar’ a otros’.

El complacer a otros, en mi extensa experiencia personal, es un proceso de adivinación de lo que la otra gente quiere o de lo que los hará pensar favorablemente sobre nosotros, y luego actuar de acuerdo a eso. Es un intento a menudo sutil e inconsciente de manipular las percepciones que los otros tienen de nosotros.

Cada vez que simulamos ser o sentir algo que no somos, nos salimos de nuestra propia integridad, y cada vez que hacemos aquello que trata de influenciar en lo que otros piensan de nosotros en lugar de expresarnos auténticamente- incluso algo tan simple como una publicación de Facebook que hace parecer que estamos teniendo un mejor día de lo que en realidad es- terminamos con nuestra propia integridad.
Quedarse sin integridad tiene serias consecuencias para nuestra felicidad y nuestras relaciones. Esto es lo que pasa cuando no estamos siendo auténticos:
1.            En realidad no engañamos a nadie
Digamos que estás en el trabajo y estás tratando de hacer lo mejor para poner una cara feliz, incluso aunque tu vida familiar se siente difícil. Puede que no quieras decirle a tus amigos del trabajo que tú y tu pareja tuvieron una gran pelea el fin de semana, pero si simulas que estás bien y no lo estás, probablemente harás que la gente alrededor tuyo se sienta peor, ¿por qué?
Nosotros los humanos no somos muy buenos para esconder cómo nos estamos sintiendo. Exhibimos micro-expresiones que la gente con la que estamos puede no saber que están registrando pero eso dispara neuronas espejo- de este modo, una parte de sus cerebros piensa que ellos mismos están sintiendo nuestras emociones negativas. De este modo, tratar de suprimir las emociones negativas cuando hablamos con alguien-como cuando no queremos molestar a alguien más con nuestra propia pena- de hecho incrementa los niveles de estrés de ambas personas más que si hubiéramos compartido nuestra pena en primer lugar. (También reduce el rapport e inhibe la conexión entre dos personas.)
2.            Encontramos más difícil el enfocarnos
El simular toma un gran esfuerzo consciente- es un acto de auto control que le quita a tu cerebro su poder de enfocarse y hacer cosas profundas. Eso es porque actuar o simular estar o sentir algo que no corresponde requiere de mucha fuerza de voluntad.
Muchas investigaciones sugieren que nuestra habilidad para ejercer repetidamente nuestro auto control es de hecho bastante limitada. Como un músculo que se estira y ya no puede funcionar a su máxima fuerza después de hacer ejercicio, nuestro auto control se disminuye debido a esfuerzos previos de control, incluso si esos esfuerzos toman lugar en un ámbito totalmente diferente.

Entonces, esa pequeña mentira blanca que dijiste para hacerte ver más feliz va a hacer difícil que te concentres más tarde. Algún intento de esconder quien eres realmente va a hacer más difícil el controlar tu atención y tus pensamientos y regular tus emociones. Se incrementarán las posibilidades de que reacciones más agresivamente a la provocación, comas bocadillos más tentadores, te involucres en conductas peligrosas y que te desempeñes más pobremente en tareas que requieren de la función ejecutiva, como manejar tu tiempo, planear u organizar.
3.            Te volverás más estresado y ansioso
Pongámoslo así: simular ser o sentir algo que no es, incluso si es algo pequeño o sin importancia o si es con la intención de proteger a otra persona, es una mentira.
Mentir, incluso si lo hacemos mucho o somos buenos haciéndolo, es muy estresante para nuestros cerebros y cuerpos. El test del polígrafo depende de ello: los “detectores de mentiras” realmente no detectan mentiras, sino que detectan el estrés subconsciente y el miedo que se dan. Estos tests sienten cambios en la electricidad de la piel, ritmo cardiaco y respiración. También detectan cuando el tono vocal de alguien ha cambiado en un modo casi imperceptible, una consecuencia de la tensión en el cuerpo que tensa las cuerdas vocales.
Los cambios psicológicos que los detectores de mentiras sienten son causados por los glucocorticoides, hormonas que se liberan durante una respuesta de estrés, y como bien sabemos, las hormonas del estrés son malas noticias para tu salud y felicidad en el largo plazo.
La investigación muestra que la gente que recibe instrucciones sobre cómo mentir menos en sus vidas cotidianas son de hecho capaces de mentir menos, y cuando eso sucede, su salud física mejora. Por ejemplo, ellos reportan menos problemas de sueño, menos tensión, menor frecuencia de dolores de cabeza y de garganta. Estas mejoras en salud son probablemente causadas por la ausencia relativa de una respuesta de estrés. Y eso no es todo: cuando la gente en el estudio mintió menos, también reportó mejoras en sus relaciones y menos ansiedad.
No mentimos o actuamos todo el tiempo, por supuesto; pero cuando lo hacemos, es importante el ver las consecuencias: estrés incrementado, menor fuerza de voluntad, relaciones deficientes. Aunque en realidad podríamos estar tratando de sentirnos mejor al poner una cara feliz para los demás, el simular siempre resulta mal al final, vivir inauténticamente hace la vida difícil y nos saca de nuestro punto ideal- ese punto donde tenemos tanto tranquilidad como poder.


3 comentarios: