Una
pregunta que a menudo ronda la mente del estudiante moderno de Budismo es “¿Qué
enseñó el Buda?” La respuesta corta, me parece, es algo como “¿Quién sabe?” Es
como preguntar “¿Qué es un árbol?” (o cualquier otra pregunta, según el caso). Simplemente
no se puede llegar a lo que algo realmente es. Todo lo que se puede decir es lo
que parece desde esta perspectiva o ese punto de vista, lo que, cuando piensas
en eso, es decir mucho más sobre nosotros mismos que sobre el árbol, o sobre lo
que el Buda realmente enseñó.
Podemos
mirar un árbol en términos de su biología o química, su forma, especie, color,
la belleza que evocan sus hojas en el otoño, en medio de la brisa. Es una casa
para ardillas, una amenaza para la fundación de un hogar cercano, un lugar de
alimentación para insectos y aves. Es una cosa para el carpintero y otra para
el ser humano común, y otra cosa más para el niño de 10 años con algunas tablas
de madera y clavos. Podría seguir, pero creo que el punto ya es claro. Es
asunto de cómo ves la cuestión.
Lo
mismo se podría aplicar a nuestro entendimiento de lo que Buda enseñó. Tal como
el científico puede sentir que tiene una perspectiva más definitiva u
“objetiva” del árbol, también es el caso del experto en religión que tiende a
mantener cierta autoridad de las enseñanzas de Buda, al menos en su propia
mente. Incluso con una comprensión sofisticada de los asuntos filosóficos, una
apreciación refinada del contexto histórico y un gran dominio de las lenguas antiguas,
no hay modo de huir de la conclusión primaria del mundo postmoderno: todo
significado se construye localmente. Al final del día, todas las construcciones
de conocimiento son solo construcciones.
Un
entendimiento de lo que el Buda enseñó se expande en toda persona que alguna vez
ha oído e intentado comprender esas
enseñanzas, porque tal entendimiento es un evento local que toma lugar en un
momento específico dentro de un individuo particular. Ese individuo podría
estar entrenado en el estudio de religión, o en artes meditativas, o
involucrado en una agenda específica, o incapaz de pensar fuera de su zona de
confort… o todo lo anterior. De hecho, lo único seguro es que todo el que trate
de entender lo que Buda enseñó, responderá a esa pregunta desde una perspectiva
específica y limitada. De hecho, hay otra cosa que también es segura: ninguna
de estas perspectivas tiene mucha oportunidad de llegar a lo que Buda realmente
enseñó.
Esto
no es meramente para decir “todo es relativo” y, por consiguiente, “como sea”.
El cómo cada uno de nosotros construye su mundo local de significado es un
asunto de gran interés. De hecho, no hay nada más importante o que merezca
nuestro cuidado. Nuestro grado de sufrimiento se determina por cuán hábilmente
construimos nuestro mundo interno.
¿Qué
indicaciones nos dejó el Buda para ayudarnos a entender lo mejor posible
aquello que él enseñó?
Para
comenzar, él parece ser consciente del problema. Incluso durante su vida, la
gente frecuentemente malinterpretaba su enseñanza, ya sea deliberadamente o sin
proponérselo. “Hombre confundido, ¿quién te ha enseñado el dharma de ese modo?”
le dice a Arittha, que trata de decir que los obstáculos en realidad no son
obstáculos, y a Sati, que piensa que su conciencia sobrevivirá su muerte. Desde los comienzos, él parece haber sido
representado erróneamente de un modo regular por aquellos “que declaran como
dicho por el Tathāgata aquello que no fue dicho por el Tathāgata.”
El
Buda fue por tanto muy cuidadoso sobre cómo sus enseñanzas fueran transmitidas,
diciendo: “Dos cosas ayudan a establecer el verdadero dharma: el decir las
palabras de modo correcto, y el interpretar el significado de modo correcto.”
Y, se nos dice, que en momentos de duda sobre si un profesor está transmitiendo
de modo preciso las doctrinas del Buda, “Sus palabras y frases deberían ser
cuidadosamente estudiadas y comparadas con los sutras, y revisadas a la luz de
la práctica.”
La
primera parte de este consejo es un asunto de precisión histórica, erudición
crítica y un cierto grado de sentido común. La segunda parte, en cambio, que se
relaciona con “la correcta interpretación del significado” y “la revisión a la
luz de la práctica” es enteramente otro asunto, y precisa un tipo diferente de
habilidades.
El
dharma se supone que debe ser llevado a la acción. Es un modelo para cómo
reorganizar la función de la mente y el cuerpo en el momento presente, y como
tal su significado solo puede ser recobrado si es puesto en uso. La mejor
respuesta a la pregunta de qué enseño el Buda, por lo tanto, será encontrada no
en los textos sino en la experiencia. Es importante el dirigir la atención de
un modo particular dentro de la experiencia, y las instrucciones para cómo hacerlo
están en los textos. Pero el significado de las enseñanzas del Buda, que
esencialmente está en las conclusiones producto de esa visión correcta, solo se
manifestará cuando su sabiduría sea llevada al acto de modo local, en la
transformación de una persona.
Como
él dijo a los Kalamas: “Cuando sepan por sí mismos que estas cosas son
saludables, que al ser llevadas a cabo ayudan a inclinarse al bienestar y la
felicidad- entonces, Kalamas, habiendo llegado a ellas es que deberían quedarse
con ellas.” Así, la mejor manera de discernir lo que el Buda enseñó es volverse
lo que el Buda enseñó. Construye cuidadosamente la balsa, de modo diligente
rema hasta la otra orilla, y conviértete en alguien que conozca.
—Andrew Olendkzi
***Traducido de: https://www.bcbsdharma.org/article/what-the-buddha-taught/
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