El sentido de bienestar psicológico y
espiritual que viene de practicar el perdón viene directamente porque esta
práctica nos lleva al límite de lo que podemos aceptar. Estar al límite es un
reto, es doloroso y transformador. El proceso de perdonar demanda coraje y un
continuo recuerdo de dónde yace nuestra más profunda felicidad. Como dijo
Goethe, “Nuestros amigos nos muestran lo que podemos hacer, nuestros enemigos
nos muestran lo que debemos hacer.”
Sin duda es todo un proceso, lo que significa que mientras
reflexionas, muchas emociones conflictuadas afloran: vergüenza, ira, sentido de
traición, confusión o duda. Trata de permitir que tales estados aparezcan sin
juzgarlos. Reconócelos como ocurrencias naturales y luego regresa amablemente a
tu atención a la reflexión sobre el perdón.
La reflexión se hace en tres partes: pedir perdón a aquellos a
los que has dañado, ofrecer perdón a aquellos que te han dañado y ofrecer
perdón a ti mismo. Siéntate cómodamente, cierra tus ojos y deja que tu
respiración sea natural y no la controles. Comienza con la frase (silenciosa o
no, como prefieras): “Si he herido o dañado a alguien, a propósito o no, pido
su perdón.” Si diferentes personas, imágenes o escenas aparecen en tu mente,
libera el dolor de la culpa y pide su perdón: “Pido tu perdón.”
Después de un tiempo, puedes ofrecer perdón a aquellos que te
han hecho daño. No te preocupes si no hay apuro por un sentimiento de amor:
esto no se supone que deba ser una experiencia artificial, sino más bien una
manera de hacer honor a la poderosa intención de nuestras mentes. Estamos rindiendo
honores a nuestra máxima habilidad de dejar ir y comenzar de Nuevo. Estamos reforzando
la capacidad que tiene el corazón humano para cambiar, crecer y amar. “Si
alguien me ha dañado o herido, a propósito o casualmente, los perdono.” Y, a
medida que diferentes pensamientos o imágenes vienen a tu mente, continúa
recitando “te perdono.”
Al final, dirigimos nuestra atención al perdón hacia nosotros
mismos. Si hay maneras en las que te has dañado, no amado a ti misma/o, o no
has estado a la altura de tus expectativas, este es el momento de dejar ir la
falta de amabilidad hacia ti debido a lo que has hecho. Puedes incluir cualquier
dificultad para perdonar a otros que hayas descubierto en tu parte anterior de esta
misma reflexión- que no es un motivo para ser duro contigo misma/o. “Por todas
las maneras en los que me he dañado o herido, a propósito o sin saber, me
ofrezco perdón.”
Continúa esta práctica como una parte de tu meditación diaria, y
permite a la fuerza de la intención trabajar a su propio modo y tiempo.
**Traducido de: https://tricycle.org/trikedaily/three-ways-practice-forgiveness/
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