Puede que yo no sea el
mejor candidato para motivar a otros a meditar. Incluso como un meditador
dedicado con años de experiencia, me escondía detrás del sarcasmo y el humor
hasta que perjudicó mi propia vida, destrozó mi autenticidad y me volvió un
tonto poco sincero y de muecas burlonas que yo creía que era un tipo de antihéroe Budista, incorrectamente.
He estado trabajando con
un profesor por casi siete meses a la fecha, estudiando diligentemente y
sentándome casi a diario. Mientras no parezco estar completamente iluminado e
irradiar una beatitud arrasadora, definitivamente ha habido cambios notorios y
resultados positivos que me animan a seguir con esto.
Una vez que decidí confiar en la meditación y
dejarle que haga lo suyo, las paredes protectoras que puse comenzaron a caer, y
más importante, la barrera entre mí y yo mismo comenzó a desaparecer. Esto
no pasó inmediatamente, y el proceso no está completo, pero ahora puedo sentir
la luz del día en mi rostro y en mi corazón. Ningún amable-pero-fiero maestro
me puso un arma espiritual en mi cabeza y gritó “¡Deja de ser un cretino!”
(Aunque tal vez hubiera ayudado.) Elegí ver más profundamente y aceptar lo que
encontré, sin importar cuándo lo odiara o cuán duro fuera de dejar, de modo que
pudiera experimentar al mundo y a mí mismo de modo más honesto.
La práctica me ha permitido ver mis hábitos,
impulsos y reacciones más claramente. Mi visión interna solía ser débil y sin
foco. Todo lo que pude ver cuando me veía a mí mismo era una agitada colección
de caprichos negativos y vagos impulsos. La meditación consistente ha aumentado
mi concentración y claridad sensorial. Es como si mi visión interna tuviera
lentes ahora.
La precisión es sorprendente. En lugar de
manchas sombrías, estoy separando pensamientos y emociones que antes estaban
juntos, y los estudio individualmente. En lugar de una sensación nebulosa de tensión
desconcertante en mi pecho, puede a menudo separar todos los componentes-
miedo, ira, celos- desatarlos, y ver cómo se van flotando.
Recuerdo la primera vez que algún tipo de
idea introspectiva apareció. Estoy acostumbrado a sudar en el cojín de
meditación y sentirme incómodo a medida que pensamientos dolorosos aparecen.
Anteriormente, solo hacía fuerza hasta que la campana sonaba, pero hace un par
de meses yo estaba sentado con algo difícil, un tipo de aversión entrando en
uno de mis calabozos mentales, y simplemente se fue. En lugar de un bloque
sólido de hostilidad sentado ahí, vi que eran de hecho hostilidad y confusión
juntas. Incluso más profundamente, había un hilo saliendo como una cuerda de
cometa, y cuando seguí ese hilo a su lugar de origen, lo encontré asociado a un
nudo sucio de miedo. El solo hecho de encontrar la fuente destruyó un poco de
ese dolor, y hubo una repentina satisfacción ante la comprensión que ver
claramente llevaba al alivio.
Tampoco es solo en el cojín de meditación.
Desde que mi visión interna se ha vuelto un nerd con lentes, esta lucidez es
aparente en mi vida diaria, también. A no ser que esté siendo particularmente
obtuso, puedo usualmente desenredar sensaciones corporales sencillas,
conversación mental e imágenes para su inspección. La habilidad para
descomponer la experiencia en sus componentes es invaluable, y profundiza mi
entendimiento que nada de esto es personal. Nunca es mi ira, solo es ira. No es mi
irritación, simplemente es irritación. Estoy abrumado de amor, pero no es mío; es solo amor.
La práctica meditativa de modo devoto me ha
llevado también hacia cierta crudeza que me hace sentir todo más aguda e
intensamente. Creo que es muy normal, el mundo es un lugar duro. En algún
grado, todos atenuamos nuestros sentimientos, ya sea con drogas, distancia o el
humor duro que yo usaba. Es instintivo el ponerse algún tipo de chaleco de
balas emocional para protegernos de la brutalidad de la vida, pero tendemos a
quedarnos con el chaleco puesto, y este se hace más grueso hasta que perdemos
contacto con nuestro rango completo de sensibilidad. Solo las sensaciones
abrumadoras lo atraviesan, mientras todos los matices sutiles se pierden.
La ternura y la apertura tienen sus ventajas.
El ser capaz de experimentar la felicidad al tope, me hace aún más feliz. Una
mirada amorosa de mi esposa, el ver mi nombre en la tapa de la revista en la
que escribo, todo esto me cargan con un nuevo tipo de satisfacción que es más
evidente que la que solía tener.
Obviamente, el sentir todo más claramente es
una espada de doble filo. La tristeza y la ira que sentía en relación al
repentino deterioro de mi abuela, que sería puesta en máquinas de ayuda vital,
eran asombrosas. Sin ninguna barrera entre mí y el sentimiento, es abrumador,
como debe ser.
Cuando algo aparece, ya no me doy la vuelta o
lo bajo con una broma. En lugar de eso, dejo que toda la concentración,
claridad y ecuanimidad que he cultivado en la meditación vengan a mí. Tengo una
relación completa con lo que sea que esté ahí y exploro su textura y forma
hasta que se va. A pesar de cuán fuertemente estas emociones me afectan, no me
siento presionado por ellas. Les permito su tiempo de vida natural, lo que
significa una experiencia más rica y emotiva para mí, con menos aferramiento y
aversión. La vida me está afectando más íntimamente desde que la meditación me
ha suavizado, las emociones son más profundas y tristes, pero soy más hábil
para aceptarlas.
Después de fracasar en la meditación diaria
por años, me he dado cuenta de que un compromiso descomunal no es la respuesta.
No sacudí los cielos con mi poderoso grito “¡De ahora en adelante, prometo
sentarme al menos una vez al día!” En lugar de eso, me comprometo a practicar
cuando lo necesite. A veces es una vez
por semana. Normalmente, es a diario. A menudo, es muchas veces al día. Ocasionalmente
es 10 veces durante una sesión de 45 minutos.
El trabajo duro vale la pena. Ahora que he
visto los resultados, estoy contento de estar acá.
**Traducido de: https://tricycle.org/trikedaily/meditation-encourages-keep-practicing/
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