jueves, 25 de julio de 2019

El Poder de Transformación que tiene el Cómo Hablas sobre tu Propia Vida


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Imagina que, cuando tenías 12 años, tu familia se mudó al otro lado del país. En tu nuevo colegio, fuiste víctima de acoso escolar por primera vez. Cuando reflexionas sobre este periodo de tu vida ahora, ¿Ves esto como uno de muchos episodios en los cuales las cosas iban muy bien, y luego se pusieron feas? ¿Lo ves como otro ejemplo de una experiencia difícil que tuvo un final feliz – tal vez el acoso te hizo más fuerte, o te llevó a conocer una persona que se volvió tu amistad de toda la vida?

Puede que no sea como si el modo en que cuentas esta historia, incluso a ti mismo, formara la persona que eres; pero resulta que el cómo interpretas tu vida y cuentas esa historia tiene profundos efectos en el tipo de persona en la cual te conviertes.
A mediados del siglo XX, el show This Is Your Life era un programa básico en las televisiones de Inglaterra y EEUU. Estaba relacionado con celebridades y gente común, a los cuales se les presentaba un libro rojo que mostraba eventos clave, momentos decisivos y recuerdos de sus vidas. Para efectos del show, estas historias de vida fueron compiladas por investigadores; pero en realidad, cada uno de nosotros anda por ahí con una versión del “libro rojo” en nuestras mentes – uno escrito por nosotros, a menudo sin siquiera darnos cuenta de ello.
Estas narrativas existen ya sea que les prestemos mucha atención consciente o no. Le prestan significado a nuestra existencia y proveen de las bases para nuestro sentido de identidad. Tú eres tu historia., tal como establecen Kate McLean y su equipo de psicología de la Universidad de Washington.
La investigación del grupo de McLean está entre los últimos en explorar la intrigante idea de que estas historias personales contienen muchos elementos estables que revelan algo inherente sobre nosotros, aunque los actualizamos de cuando en cuando. Reflejan un aspecto fundamental de nuestra personalidad.
“La gente difiere entre sí con respecto a sus historias de vida en modos que son similares a cómo se diferencian en características más convencionales, como los rasgos.”
En casi dos décadas de estudio, la evidencia acumulada respalda la idea de que, junto a los valores, metas y rasgos de personalidad, nuestras narrativas personales reflejan un aspecto estable de nuestra personalidad.
Otro trabajo también ha ilustrado la importancia de estas historias como una parte de la personalidad, ya que el modo en que contamos nuestras historias llega a tener implicaciones para nuestra salud mental y bienestar general. Por ejemplo, si eres el tipo de persona que recordaría los aspectos positivos de ese hipotético episodio de bullying en tu nueva escuela, es más probable que disfrutes una mayor sensación de bienestar y satisfacción en la vida. Además, esto trae la tentadora posibilidad de que el cambiar tu estilo de autoría de tus propias historias pueda ser beneficioso – de hecho, ayudar a la gente a reinterpretar sus historias personales de un modo más constructivo es la base de lo que se conoce como “terapia de narrativa”. El libro rojo en tu cabeza no es la edición final. Modifica tu historia a medida que la cuentas, y tal vez podrás cambiar el tipo de persona que eres.
En su estudio, se pudieron identificar 3 puntos básicos:
El primero es “Temas motivacionales y afectivos”, los cuales tienen que ver con cuánta autonomía y conexión con los otros el narrador expresa, así como cuán positivas o negativas son las historias en general, además de si son dominadas por buenas situaciones que se vuelven amargas, o malas situaciones que resultan bien al final. El segundo es “Razonamiento autobiográfico”, que es el cuánto reflexionamos en las experiencias de nuestras historias, encontramos significado en lo que sucedió e identificamos vínculos entre los momentos clave y las maneras en que hemos cambiado y no. Finalmente, está la “Estructura”, o cuánto de nuestras historias tiene una coherencia, en términos de la línea de tiempo, hechos y contexto.
La gente que cuenta historias más positivas e historias con más elementos de redención (por ejemplo, esa vez en que perdiste tu trabajo, pero terminaste comenzando una nueva carrera que disfrutas mucho más) tiende a disfrutar de un mayor bienestar, al menos basados en investigaciones con muestras occidentales, en términos de mayor satisfacción vital y mejor salud mental. Les sucede lo mismo a las personas cuyas historias expresan un mayor sentido de ser el protagonista de los eventos de sus vidas y tener una comunión significativa con los otros. Por ejemplo, los episodios que recuerdan a menudo involucran seres queridos y amigos cercanos, anécdotas, pasatiempos y similares. Participar en más razonamientos autobiográficos y tener una mayor estructura en la historia de vida propia también tiene una correlación con un mayor sentido del bienestar.
Opuestamente, el contar historias con más “contaminación”, menos autonomía y comunión tiene una correlación con bajo sentido de bienestar.
¿Significa esto que si puedes revisar tu historia personal de vida, considerando lo positivo que resultó de las experiencias negativas, podrías ser capaz de desarrollar una personalidad más saludable y fuerte?
En un estudio reciente, se pidió a un grupo de estudiantes voluntarios que escriban narrativas de modo que puedan incluir más secuencias de redención (como considerar que un error te ha cambiado para bien).
Comparados con participantes de control, a quienes no se les pidió esto, aquellos que fueron incitados a incluir más secuencias de redención mostraron posteriormente una mayor persistencia hacia sus metas, incluso varias semanas después, diciendo que ellos tenían tendencia a terminar lo que sea que iniciaran.
“Estos descubrimientos no solo dan evidencia de que las narrativas personales pueden ser formadas,” concluyeron los investigadores. “También sugieren que el cambiar las maneras en que la gente piensa y habla acerca de eventos importantes en sus vidas puede influenciarlos, haciendo que sigan adelante.”
Como los filósofos han largamente discutido, hay un sentido en el que construimos nuestras propias realidades. El mundo es lo que hacemos de él. Usualmente, esta liberadora perspectiva es usada por psicoterapeutas para ayudar a la gente a lidiar con miedos específicos y ansiedades. Los estudios de la historia personal sugieren que un principio similar puede ser aplicable a un nivel mayor, de modo que seamos autores de nuestras propias vidas, y así dar forma a quienes somos. Ese es un cuento que vale la pena compartir.