miércoles, 30 de mayo de 2018

Cómo reconocer a tu Crítico Interior


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Meditación: Recordando tu bondad
Si te encuentras a ti mismo rumiando las cosas de las que te arrepientes y los errores que has cometido, intenta este ejercicio. Te ayudará a redireccionar tu atención y recordar lo bueno dentro de ti. El punto es que no niegues tus errores, pero si te mantienes analizándolos, pensando en ellos e inventando historias alrededor, simplemente estás reforzando el dolor que ya te han causado. Cuando reconoces y reflexionas incluso en una cosa buena acerca de ti mismo, estás construyendo un puente hacia un lugar de amabilidad y cariño. Quedarte en ese lugar incrementa tu habilidad para ver honesta y directamente hacia lo que sea que presente dificultad y te da la energía y coraje para seguir adelante.
Siéntate cómodamente en una postura relajada y cierra tus ojos. Ahora trae a la mente una cosa que hayas hecho o dicho recientemente que sientes que haya sido amable o buena.
¡No tiene que ser de interés periodístico! Tal vez le sonreíste a alguien o escuchaste su historia, quizás dejaste ir tu incomodidad sobre un tendero lento, quizás fuiste generoso, quizás te sentaste a meditar, quizás le agradeciste al conductor del bus. No es engreimiento o arrogancia el considerar estas cosas. Es un nutrirse y reabastecerse para deleitarse en lo bueno que hay dentro de nosotros.
Otra opción es pensar en una cualidad o habilidad en ti mismo que te guste o que aprecias: tal vez te interesa ayudar a otros a aprender o estás comprometido a practicar la paciencia con tu vecino irascible.
Si aún te encuentras a ti mismo atrapado en el auto-criticismo, dirige tu atención al simple hecho de que tienes un deseo de felicidad. Hay amabilidad y belleza en eso. O sencillamente recuerda que todos los seres en todos lados quieren ser felices, todos queremos ser felices.
Nunca te sientas apenado de querer felicidad. Recuerda que es tu derecho de nacimiento. Buscar la felicidad no es el problema, el problema es que a menudo no sabemos dónde y cómo encontrar genuina felicidad y, de este modo, cometemos los errores que causan sufrimiento tanto a nosotros mismos como a los demás. Pero ese deseo de felicidad en sí mismo es válido, y cuando lo respaldamos con atención consciente, se puede volver como un instinto que nos lleva a casa o una brújula que nos lleva hacia la libertad. 
Si la impaciencia o los juicios emergen durante esta meditación, no te sientas como si hubieras fracasado. Es completamente natural. Simplemente deja que la reacción negativa baje como una ola en la playa, y fíjate si puedes regresar a la contemplación positiva sin autocrítica.
***Traducido de: https://www.mindful.org/how-to-recognize-your-inner-critic/

miércoles, 9 de mayo de 2018

Pequeños Budas en el Salón de Clase


Resultado de imagen para niños meditando en grupo claseMe uní al Salón Jade para meditación matutina en el último día de clases antes de las vacaciones escolares.
El Salón Jade es un aula de alumnos de cuarto, quinto y sexto grado en el Colegio Cambridge Montessori. Hace tres años, un ex profesor de ese salón respondió a una “animada” (código educativo para “alborotadora”) clase al instituir sesiones diarias de meditación matutina. La clase comienza el año escolar sentándose por 30 segundos, y poco a poco sube hasta 3 minutos para el fin del año escolar.
La persona que toma asistencia apaga las luces, y nos sentamos en el piso formando un círculo. Mary, la profesora del Salón Jade, les pide a todos que se sienten en una cómoda posición erguida. Nuestra primera intención para el día es cerrar nuestros ojos y mantenerlos cerrados. Mary hace sonar una campana y nos instruye a chequear cada zona de nuestro cuerpo en búsqueda de relajación y quietud. Mientras Mary nos lleva por este reconocimiento corporal, mi celular vibra en mi bolsillo, y le pido a Buda que mis vecinos no lo puedan oir. Rompí mi primera intención, al mirar y asegurarme de que el sonido haya pasado desapercibido (No hubieron moros en la costa.)
La segunda intención del día es respirar profundamente con la meta de centrarnos a nosotros mismos. Mary hace sonar la campana de nuevo y nos instruye a ir por ciclos de respiración a nuestro propio ritmo. Noto unas cuantas voces afuera en el pasadizo, pero adentro, el salón estaba tranquilo. Después de dos minutos, Mary suena la campana por tercera vez, indicando que faltan 30 segundos. Es entonces que ella cierra el círculo al tocar la campana tres veces seguidas, pidiéndonos inhalar y luego exhalar profundamente.
“Cuando estén listos, traigan su conciencia de vuelta al salón de clase,” dice ella. Las luces se encienden y Mary menciona que yo tenía algunas preguntas para el grupo y me cede la palabra.
Inicio explicando un poco sobre mi historia personal con la práctica de la meditación, luego irrumpo diciendo: “Muchachos, así que han estado haciendo esto durante todo el año. ¿Creen que los ha ayudado de algún modo?”
La clase está silenciosa al inicio. Es entonces que un valiente alumno levanta la mano. “Si tenemos demasiada energía, nos ayuda a calmarnos y nos prepara para el día.”
Un niño de sexto grado dice “También nos ayuda a concentrarnos en lo que necesitamos hacer y nuestra mentalidad se vuelve más hacia el trabajo que hacia el conversar con nuestros amigos.”
“Ya veo,” digo yo. “¿Saben de dónde vino la meditación?”
“Vino de monjes de Budismo y otras religiones que creen en la paz y en la conciencia,” responde un niño crecido en una casa Budista Tibetana. Esta respuesta parece ser suficientemente entendible para todos. Fue seguida de aplausos.
“OK,” digo yo. “Miren, pueden ser totalmente honestos al contestar estas preguntas. No hay respuesta correcta o incorrecta. Si creen que es una pérdida de tiempo, pueden decírmelo.”
“A veces creo que es una completa pérdida de tiempo, y quiero ya comenzar el día, pero muchas veces me ayuda a calmarme,” dice un niño de quinto grado.
Otro niño de quinto grado dice: “A veces vengo con demasiada energía y la meditación me ayuda.”
Una niña de sexto grado: “Ayuda si tengo energía, pero si llego cansado entonces me hace tener ganas de dormir.”
Otro niño de sexto grado: “No creo que funcione aquí porque la gente respira muy ruidosamente.”
Niño de quinto grado: “Si tuve una mala mañana, si no dormí lo suficiente, me ayuda a relajarme.”
Una niña de cuarto grado: “Sí siento que es una pérdida de tiempo. Podríamos hacerlo solo si lo necesitáramos.”
Una niña de quinto grado: “Solo me gusta cerrar los ojos y respirar profundamente. A veces sí me ayuda a alistarme para el día.”
Unos niños de sexto grado dicen: “Aprendimos al estudiar el sistema respiratorio que exhalar toma más tiempo que inhalar.” “Si te lastimas el dedo o cualquier parte del cuerpo, el no hacer muecas y respirar profundamente te calma.”
“¿Ustedes creen que seguirán meditando después de dejar el Salón Jade?”, les pregunto.
“Yo practico artes marciales y antes de iniciar hago algo de meditación o respiración profunda.”
“Tal vez a veces.”
“Tal vez antes de grandes eventos, como la gimnasia.”
“Si estoy completamente nerviosa o estresada por algo.”
“Antes de dar un examen.”
“Suena como algo que podrían usar cuando lo necesiten. Bien, una última pregunta: ¿Qué es iluminación?”
“Es cuando has entendido lo que es la vida y tienes un sentido de cómo todo va a ser y alcanzas la iluminación al tener esa sabiduría,” dice el Budista Tibetano.
Una vez más, esta respuesta fue suficientemente entendida por todos.
“Oh, gracias a todos,” les digo.
Me voy del salón y comienzo a reflexionar sobre nuestra sesión de meditación matutina. Cuando comencé a enseñar en el colegio Cambridge Montessori hace 9 años, la mayoría de los niños en el Salón Jade estaban gateando. En ese tiempo, meditar en el salón podía parecer una idea rara empleada por unos pocos profesores subversivos. Ahora, a medida que el mindfulness se vuelve cada vez más masivo, la idea no es tan loca. Tomar un tiempo para practicar el estar presente en el momento es ahora más familiar para mis alumnos que antes.
También encontré que sentarse con el Salón Jade fue un refrescante descanso de mi propia práctica, las rondas de 30 minutos que a menudo tomo demasiado seriamente. Fue un recordatorio de que la práctica puede venir en una variedad de formas y puede ser accesible a todas las edades… a menos, por supuesto, que la gente esté respirando muy bulliciosamente.”
***Traducido de: https://tricycle.org/trikedaily/little-buddhas-classroom/