Recientemente me topé con
una reinvención de uno de mis caramelos favoritos de infancia, el chicle de
fruta. Al comer uno, me siento como de ocho años de nuevo. Recuerdo guardarme
todos los chicles de fresa para mí y compartir los de limón y naranja, que
menos quería, con mis hermanas. Después de todo, compartía.
¿Pudieron mis padres haber
hecho algo para animarme a ser más generoso? Un nuevo estudio dice que sí.
¿Cuándo es más probable que los niños compartan?
Se encontró, primeramente,
que el ambiente importa- en otras palabras, el comportamiento del niño es
formado por lo que otras personas dicen o hacen. Si los niños en el estudio
escuchaban sugerencias que animaran a ser egoísta, ellos tendían a serlo. Los
niños son proclives a compartir bajo ciertas condiciones, sugiere un reciente
estudio de Katherine McAuliffe y colegas.
Como se podría esperar, los
niños que no oyeron ninguna sugerencia sobre qué compartir no fueron tan
egoístas como los que oyeron la sugerencia de solo dar una pequeña fracción de
sus chicles.
La edad hacía una diferencia, también. Niños más
pequeños eran más propensos a seguir las sugerencias, pero los mayores daban
más que los menores. Aunque los niños raramente daban todos sus caramelos
cuando se les aconsejaba hacerlo, los niños mayores compartían la mitad de sus
caramelos más a menudo que los pequeños.
¿Pero los
niños responden más a las pistas de los adultos o de otros niños? En otro
estudio, Azzura Ruggeri y sus colegas presentaron una situación parecida a
niños de 9 a 23 años de edad, en diferentes circunstancias: decidir cuántos
chocolates compartir. ¿El resultado? Los niños de 9 años estaban más
influenciados por los adultos que por los pares, pero lo contrario sucedía para
el grupo que entraba a la adolescencia. Los adolescentes también experimentaban
una mayor relación entre sus valores, acciones y emociones: los que compartían
al menos tanto como creyeron que era justo, eran más felices comparados con los
adolescentes que compartieron menos de lo que creyeron que era justo.
Esta coherencia
comienza a desarrollarse a una edad temprana, de acuerdo con otro reciente
estudio hecho por Markus Paulus y Chris Moore con niños de 6 años de edad. Encontraron
que los niños esperaban estar más contentos cuando decidían compartir que
cuando decidían no hacerlo.
También descubrieron
que los niños que se sentían más tristes cuando no compartían dieron de modo
más generoso en oportunidades de compartir posteriores, a comparación de los
niños que se sintieron menos tristes. De acuerdo a Paulus and Moore, esto
podría explicar una posible motivación para que los niños compartan: el
anticipar un sentimiento de “calidez” que viene con el ser generoso.
¿Qué podrían significar estos descubrimientos para los
padres?
Considerados en
su totalidad, estos descubrimientos sugieren pautas bastante específicas para
los padres, en el momento de incentivar a sus hijos a compartir.
Los padres pueden influenciar las decisiones que
sus hijos hacen con respecto al dar- pero no deberían llevarlo a los extremos
Los niños
responden a las sugerencias establecidas claramente y que sean amables acerca
de lo que es aceptable cuando se trata de compartir. En el estudio anterior,
los investigadores introdujeron sus sugerencias generosas o egoístas diciendo “La
mayoría de niños da…”
Los niños también son dóciles
ante las sugerencias que están de acuerdo con lo que ellos ya creen que es
apropiado. Incitarlos a compartir más del 50/50 puede llegar a un terreno de
injusticia. El reconocer los límites superiores al establecer reglas ayuda a
los padres a anticipar la generosidad de sus niños.
Considera la edad de tu
hijo
La conducta de compartir
cambia a medida que los niños crecen. El reconocer las diferencias de edades
ayuda a los padres a establecer expectativas apropiadas y posibles de lograr
por parte de sus hijos. El tener en mente que es más fácil persuadir a niños
pequeños a que sean egoístas y a niños grandes a que sean generosos ayuda a los
padres a tener metas coherentes con el desarrollo de sus hijos.
La conducta de compartir
cambia a medida que crecemos
Cuando se trata de tomar
decisiones sobre el compartir, los adultos influyen más en los niños pequeños,
mientas que los amigos influyen más en los adolescentes. Los padres de
adolescentes deberían tratar resaltar momentos inspiradores de generosidad de
jóvenes de edad similar, para fomentar la motivación positiva, en lugar de dar
un juicio negativo o hacer una comparación.
¿Cómo se siente el niño
en ese preciso momento?
Las conversaciones de
padres e hijos sobre compartir que involucren el modelar cómo hablar acerca de
las emociones, pueden enriquecer el vocabulario que el niño tiene acerca de las
emociones, lo que a su vez puede promover mayor conciencia de sí mismos y los
demás. Esto puede dar a los niños oportunidades para interpretar e interiorizar el impacto de la generosidad propia y de los demás- por ejemplo, notando las
emociones positivas que el dar puede incitar en la persona que da y la que
recibe, y tal vez algunas de las emociones negativas que nos desanimar de
compartir. Los padres que notan y expresan aprobación ante los actos de
generosidad de sus niños y de otros niños tienen el potencial de reforzar las
decisiones que sus hijos toman para compartir. De este modo, ¿habría yo
compartido más chicles si mis papás hubieran aplicado estas ideas? Tal vez no
en ese momento específico, pero con constancia y al largo plazo sí hubiera
tenido un impacto. ¡En estos días, a duras penas me guardo todos los caramelos
para mí mismo!
**Traducido de: https://www.mindful.org/3-ways-inspire-kids-share/
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